FESTIVALES DE DOCUMENTAL. ¿PARA QUÉ?

Durante muchos años me provocaba un pudor enorme enviar mis trabajos a los festivales. Consideraba que los premios eran trofeos inútiles, predecibles y amañados que solo necesitaban aquellos con un ego vibrante.

A priori,  producía con cierta regularidad y no necesitaba el reconocimiento. Ese era mi caso, hasta que ocurrieron dos cosas que me cambiaron el foco.

La primera fue empezar a asistir como espectador a varios festivales. Allí descubrí un público fiel, entregado, capaz de madrugar por asegurarse un pase o compartir con un autor los entresijos de la creación. Por entonces pensaba con melancolía que el cine en sala estaba en decadencia hasta que empecé a frecuentar los festivales donde las salas se abarrotan de cinéfilos.

La segunda razón vino tras asistir, ahora como cineasta, a mercados de documentales donde pude conocer otros cineastas, compartir experiencias, descubrir lo mucho que nos unía a pesar de la distancia, la cultura o la economía.

¿Cual es el sentido entonces de participar en festivales?

El más gratificante es poner cara a tu público. Gente que se interesa por tu película y sin conocerte paga una entrada, merece toda mi interés. Muy a menudo “nuestro público” es realmente gente más o menos conocida a la que cuesta darnos una opinión objetiva porque nos conoce y teme disgustarnos.

El encuentro con un público desconocido me ha hecho aprender enormemente de mi trabajo, entender los procesos de comprensión y emoción de mis historias así como validarlo y animarme a seguir trabajando al máximo.

En segundo lugar, los festivales son un lugar donde conocer esa particular familia de cineastas que a día de hoy dedica su vida a crear películas desde la magia de lo real y lo azaroso. Los contactos que allá haces son de gran valor humano, profesional y pueden dar pie a colaboraciones y coproducciones con otros compañeros del sector.

En tercer lugar, los festivales son un lugar privilegiado para conocer el cine que se está haciendo a día de hoy, especialmente, aquellas propuestas más arriesgadas que difícilmente llegarán a las salas de cine, las televisiones o las plataformas VOD.

Además, los festivales son un marco casi exclusivo para poder ver documentales en pantalla grande. Las dificultades de exhibición de documental en salas de cine hace de los festivales reductos casi exclusivos para disfrutar de las mejores condiciones de visionado de una película.

Obviamente, si tu película es premiada, puede que se abran mejores perspectivas para sacar adelante tus próximos proyectos y si además hay premio en metálico, la tranquilidad económica para dedicarle algo más de tiempo al desarrollo.

Si te has animado tiene dos opciones: la autodistribución que te llevará enorme tiempo y errores pero ahorro económico y experiencia o contratar una agencia de distribución en festivales que haga una estrategia adecuada para tu película. Suerte!

DOCUMENTALES SIN HISTORIA

¿Se puede hacer cine documental sin una historia? Tendemos a definir el cine documental como un género que narra historias reales sobre personajes reales. Pero ¿qué pasa si eliminamos el componente “narración” de una película de no-ficción?

“CIUDAD DE LOS MUERTOS” EN PERSPECTIVA

Han pasado casi dos años desde que empecé a pensar “Ciudad de los muertos” tras acabar el documental “Vida y muerte de un arquitecto”, que nos dio enormes gratificaciones a cambio de muchos peajes: censura, presiones y un estilo de filmación que necesitaba abandonar para reconectar con un lenguaje más directo.

LOS DOCUMENTALES QUE VIAJAN

El esfuerzo de idear, financiar y producir un documental de apenas una hora implica, como mínimo, un año de trabajo de un equipo, así como los fondos económicos para llevarlo a cabo.

LA INTIMIDAD DEL CINE ARTESANO

A raíz de la presentación de mi último documental en el Festival de cine documental del Peloponeso se me pidió si podría dar una masterclass a los asistentes de este festival. Dándole vueltas me resultaba difícil concretar un tema en el que me sintiera experto.